Cuando intenta caminar, se mueve de forma patosa y le tiemblan las piernas como a cualquier bebé que está dando sus primeros pasos. Sus ojos, equipados con sofisticadas cámaras tras las pupilas, tienen la mirada curiosa del niño que quiere descubrir el mundo y su piel de silicona es suave como la de un recién nacido.
Reportan las agencias que así es CB2, el bebé robótico diseñado por científicos de la Universidad de Osaka que demuestra una vez más los impresionantes avances tecnológicos que se están logrando en Japón con el objetivo de desarrollar humanoides cada vez más sofisticados.
CB2 (las siglas en inglés de 'Child-robot with Biomimetic Body', o Niño-robot con cuerpo biomimético) está programado para reproducir la interacción entre un bebé de entre 1 y 3 años y sus padres, con el objetivo de comprender mejor los procesos de aprendizaje infantil.
Sus creadores, encabezados por el profesor Minoru Asada, pretenden que el robot sea capaz de pensar como un bebé que interpreta las expresiones faciales de sus padres y las clasifica en categorías básicas, como felicidad o tristeza.
"Nuestro objetivo es estudiar el desarrollo humano para comprender mejor cómo un niño aprende a hablar, reconoce objetos y se comunica con sus padres", explica el profesor Asada.
CB2, que mide 130 centímetros y pesa 33 kilos, ya es capaz de reconocer el tacto humano, por ejemplo cuando se le acaricia la cabeza, y de registrar expresiones emocionales con sus cámaras oculares.
Reportan las agencias que así es CB2, el bebé robótico diseñado por científicos de la Universidad de Osaka que demuestra una vez más los impresionantes avances tecnológicos que se están logrando en Japón con el objetivo de desarrollar humanoides cada vez más sofisticados.
CB2 (las siglas en inglés de 'Child-robot with Biomimetic Body', o Niño-robot con cuerpo biomimético) está programado para reproducir la interacción entre un bebé de entre 1 y 3 años y sus padres, con el objetivo de comprender mejor los procesos de aprendizaje infantil.
Sus creadores, encabezados por el profesor Minoru Asada, pretenden que el robot sea capaz de pensar como un bebé que interpreta las expresiones faciales de sus padres y las clasifica en categorías básicas, como felicidad o tristeza.
"Nuestro objetivo es estudiar el desarrollo humano para comprender mejor cómo un niño aprende a hablar, reconoce objetos y se comunica con sus padres", explica el profesor Asada.
CB2, que mide 130 centímetros y pesa 33 kilos, ya es capaz de reconocer el tacto humano, por ejemplo cuando se le acaricia la cabeza, y de registrar expresiones emocionales con sus cámaras oculares.
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