viernes, 23 de enero de 2009

Reciclar celulares, una obligación




Los teléfonos celulares son relativamente baratos, y cada día más pequeños. Sin embargo, en su interior hay plásticos que tardan miles de años en degradarse, y metales tóxicos como el arsénico, antimonio, berilio, cadmio, cobre, plomo, níquel y zinc, que se acumulan en los organismos vivos y pueden provocar cáncer y enfermedades neurológicas.

El peligro más inmediato de los móviles no es la radiación, sino la polución. El reciclado debería ser una obligación de todos.

Cuando se abandona un móvil en la basura lo más probable es que termine en un vertedero, donde lentamente empezará a degradarse por la acción del agua, el sol y los cambios de temperatura. También puede llegar a una incineradora. En cualquiera de los casos liberará al ambiente metales pesados y otros componentes tóxicos, que terminarán en la cadena alimentaria.

Las campañas de reciclado no son nuevas. La de la fundación Tragamóvil comenzó el año 2001 con la intención de recuperar los teléfonos móviles obsoletos para su reutilización o reciclado, impulsada por ASIMELEC, la asociación sectorial de la electrónica y las comunicaciones.

El proyecto está cofinanciado por la Comisión Europea, y además participan las administraciones públicas, el Ministerio de Medio Ambiente, los fabricantes, operadores y empresas de reciclado. Desde que empezó, ha conseguido reciclar 700 toneladas de residuos en forma de teléfonos.

Un 80% de los teléfonos recogidos funcionan correctamente, y se envían a proyectos en países del tercer mundo. El resto se llevan a una planta de reciclado donde se separan todas sus piezas para aprovechar hasta el 92% del teléfono en la construcción de nuevos equipos.

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