El riesgo de que la ciudad de México muera de sed es real, pero Marcelo Ebrard decidió magnificarlo por dos razones: una política y la otra económica.
Primero subió al ring al gobierno federal y lo culpó de la situación; el director de Conagua, José Luis Luege, cayó cándidamente. La segunda para poder aumentar en forma desmedida las tarifas del agua.
El jefe de Gobierno vio que al problema de abasto de agua le podía sacar raja política y al mismo tiempo cubrir las ineficiencias de su director del Sistema de Aguas, Ramón Aguirre.
Por supuesto que el golpeteo contra Luege magnificó el de por sí grave problema, con lo que la parte política estaba salvada.
Pero como el director de Aguas no es un funcionario con muchas habilidades, el jefe de Gobierno encargó a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, encargarse de la parte económica.
Delgado armó el esquema para aumentar las tarifas de agua a partir de marzo, pero el funcionario cobró su cuota al imponer como director de Atención a Usuarios a Francisco Núñez, que opera al margen de Aguirre y reporta directamente a las oficinas de Doctor Lavista.
Hasta ahí todo parecía más o menos lógico, pero Delgado fue más allá al aceptar tratos con Thalía Lagunas, directora administrativa del organismo.
Lagunas es la misma que en los tiempos de Andrés Manuel López Obrador fungía como segunda de a bordo de Gustavo Ponce, ex secretario de Finanzas que se gastaba el dinero de Carlos Ahumada en Las Vegas.
Era quien gestionaba los pagos para Ahumada y está anotada en la agenda privada del empresario argentino como su contacto en el área.
En las investigaciones de los sobornos del constructor a funcionarios del Gobierno del DF, Thalía aparece mencionada varias veces, aunque jamás hubo acusación sobre ella.
El propio Ahumada la ubica como la persona que le agilizaba los pagos de las obras que, luego de las investigaciones de la propia Procuraduría del DF, se comprobó que no había hecho.
Al interior del Sistema de Aguas se dice que Lagunas se ha convertido en una de las principales asesoras de Aguirre para que la dependencia a su cargo otorgue contratos a empresas cercanas a su corazón.
A fin de cuentas la funcionaria ha demostrado que es una experta en no dejar rastros de los trabajos que le encargan.
Primero subió al ring al gobierno federal y lo culpó de la situación; el director de Conagua, José Luis Luege, cayó cándidamente. La segunda para poder aumentar en forma desmedida las tarifas del agua.
El jefe de Gobierno vio que al problema de abasto de agua le podía sacar raja política y al mismo tiempo cubrir las ineficiencias de su director del Sistema de Aguas, Ramón Aguirre.
Por supuesto que el golpeteo contra Luege magnificó el de por sí grave problema, con lo que la parte política estaba salvada.
Pero como el director de Aguas no es un funcionario con muchas habilidades, el jefe de Gobierno encargó a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, encargarse de la parte económica.
Delgado armó el esquema para aumentar las tarifas de agua a partir de marzo, pero el funcionario cobró su cuota al imponer como director de Atención a Usuarios a Francisco Núñez, que opera al margen de Aguirre y reporta directamente a las oficinas de Doctor Lavista.
Hasta ahí todo parecía más o menos lógico, pero Delgado fue más allá al aceptar tratos con Thalía Lagunas, directora administrativa del organismo.
Lagunas es la misma que en los tiempos de Andrés Manuel López Obrador fungía como segunda de a bordo de Gustavo Ponce, ex secretario de Finanzas que se gastaba el dinero de Carlos Ahumada en Las Vegas.
Era quien gestionaba los pagos para Ahumada y está anotada en la agenda privada del empresario argentino como su contacto en el área.
En las investigaciones de los sobornos del constructor a funcionarios del Gobierno del DF, Thalía aparece mencionada varias veces, aunque jamás hubo acusación sobre ella.
El propio Ahumada la ubica como la persona que le agilizaba los pagos de las obras que, luego de las investigaciones de la propia Procuraduría del DF, se comprobó que no había hecho.
Al interior del Sistema de Aguas se dice que Lagunas se ha convertido en una de las principales asesoras de Aguirre para que la dependencia a su cargo otorgue contratos a empresas cercanas a su corazón.
A fin de cuentas la funcionaria ha demostrado que es una experta en no dejar rastros de los trabajos que le encargan.
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